Los Miedos

Desde tiempos inmemoriales existieron suficientes razones para que la gente sintiera miedo. Las sociedades antiguas seguramente han sido inseguras.

Personas miedosas, inseguras, tímidas hubo en toda época y también gente triunfadora y que sale adelante a pesar de todo.

Lo malo del temor es que quien siente miedo no se da cuenta que sintiéndose así puede ir debilitando  su fortaleza interior y estará cediendo su poder justamente a lo que más teme.

Los miedos son más fáciles de controlar a medida que se va ganando mayor confianza en uno mismo.

Muchas veces los miedos no son sólo individuales sino también un tema social. La sociedad puede ser en determinados momentos promotora de miedos.

Los grupos dominantes a lo largo de la historia utilizaron ese recurso para mantener dominada a la población y así mantener sus privilegios.

Los reyes de la antigüedad les hacían creer a sus súbditos que ellos reinaban por voluntad divina.

Usaban los fenómenos naturales (eclipses, terremotos, epidemias, etc.) para cimentar el miedo y mantener sometidas a las personas.

Los noticieros actuales cuando sólo transmiten noticias negativas, contribuyen a generar temores.

La solución está en ir ganando confianza en uno mismo y dejar de temer los propios fantasmas puesto  que  en la gran mayoría de las ocasiones esos temores son infundados, y no dejan de ser más que meras fantasías.

Cuando comenzamos a reconocer y acrecentar nuestras fortalezas y potencialidades podemos asumir una actitud diferente ante la vida.

Las personas más seguras de sí mismas generalmente obtienen lo que quieren.

El miedo a perder el trabajo, por ejemplo, no va a evitar que despidan a la persona. Pero, si por el contrario uno se siente seguro y piensa que también puede trabajar en otra parte, trabajara mejor y tal vez no lo despidan. Si de todos modos ocurre esto, con una actitud positiva es más probable que consiga otra forma de ganarse la vida.

Es decir; cambiar la manera que tenemos de ver una situación nos ayuda a pararnos distinto frente a lo que tanto tememos.

La mayoría de los miedos son fantasías que logran paralizarnos y mantenernos en el mismo lugar.

Y estaríamos delegando nuestro poder interno a algo externo como si fuera más fuerte y poderoso que nosotros mismos.

Existen dos tipos de problemas: los que tienen solución y los que no la tienen.

Y si algo no tiene solución ¿para qué afligirnos?

Lic. Laura Fichendler

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Te deseo una maravillosa semana!
Lic. laura